Al inicio de noviembre tenemos la costumbre de esperar a
nuestros seres queridos, esos seres queridos que se fueron de nuestro lado y
retornan una vez al año para estar junto a nosotros; se dice que el camino es
largo del más alla (Hanan Pacha o UKu Pacha), al lado terrenal (Kay Pacha) y
nuestras almas o ajayus como los conocemos llegan cansados, con hambre y con
mucha sed, para eso los esperamos con un altar llamado mesas donde colocamos
las comidas y bebidas favoritas, tratando de hacer su estadía la mejor (que tal
vez no les pudimos dar en vida).
Para nuestros pueblos y desde la Cosmovisión Andina Amazónica
la muerte es algo natural por eso,
cuando alguien fallece, se suele decir que esa persona “se ha ido” o “ha
partido” se cree también que los ajayus vienen para traer fecundidad y
fertilidad para todo el año, porque en noviembre también se inicia la época de
la siembra.
Desde la Cosmovisión Andina Amazónica se menciona que
“venimos de un Wiñay Marka (pueblo eterno) y volveremos a ese Wiñay Marka por
lo tanto, no existe la muerte sólo volvemos a nuestro pueblo” y además existiría
un equilibrio universal del jaqi-warmi (ser humano) tiene un fundamental
significado junto al ajayu en cuatro niveles que son: el amuyu (inteligencia y
sabiduría, la razón y el pensamiento), al ch’ama (la energía vital del aspecto
físico y biológico), el chuyma (la conciencia y los valores) y la qamasa (es el
valor para enfrentar los retos de la vida. Estos son los elementos vitales en
el ser humano en el jaqi-warmi y que junto al ajayu constituyen la energía
vital cósmica.
Pero al final todos o casi un gran mayoría armamos nuestras
mesas y esperamos con ansias a nuestras almas haciendo que nuestra memoria y
tradiciones colectivas perduren en el tiempo, garantizando nuestra identidad.