El debate, visto de lejos, parece ser una cuestión de periodistas:
plataformas como Google o Facebook – y también Twitter, Instagram o
Snapchat– empiezan a ocupar un lugar que antes tenían los medios,
especialmente los audiovisuales, como la radio o la televisión. Tanto
que, por ejemplo, gran parte de la pauta oficial del Gobierno va a estar
dirigida hacia esos espacios. Una cuestión que tiene que ver con el
futuro de la profesión y, quizá, con el futuro de medios como el que
usted está leyendo ahora. Concentrando la audiencia de manera casi
exclusiva, mucho de nuestra vida sucede en internet, y especialmente, a
través de nuestro teléfono. Decíamos que, desde lejos, parece una
cuestión de periodistas. Pero si nos aproximamos, es un tema que
debiera invitar a la reflexión de cualquier contemporáneo. La forma, las
formas de estos medios, también determinan enormemente nuestro
informarnos (y aprender, disfrutar, imaginarnos). Como dice uno de los
directores del MESO, Pablo Boczkowski, desde Chicago, entrevistado por
PERFIL: “Cuando éramos chicos, veíamos televisión, Ahora estamos en
internet. Es una nueva dimensión de la cultura humana. Comenzamos junto a
la naturaleza, desarrollamos el entorno de las ciudades. El mundo
digital es un tercer entorno que nos pertenece”.
Pero, ¿se puede comparar a Google y Facebook con un diario o un canal de
televisión? La otra directora del centro, Eugenia Mitchelstein, que en
Buenos Aires coordinó el encuentro Negocios y Cultura Digital, en el que
participaron Julieta Sharma, Strategic Media Partnership South Cone de
Facebook, Matías Attwell, gerente de Alianzas con Grandes Medios en
Hispanoamérica de Google, y Marcos Foglia, gerente de contenidos de
Artear: “Lo que tienen en común con un medio tradicional es que te
ofrecen información. Igual que un canal de televisión o un diario. Lo
hacen basados en elecciones que vos hacés, pero también en un algoritmo
que tiene en cuenta tus elecciones. En cambio, en un diario o en un
canal, existe un editor. Que obviamente incluye las preferencias de los
oyentes, las puede tener en cuenta, pero las utiliza de una manera
diferente. La decisión de qué dicen, de qué es lo que te informan, en el
caso de los medios, está basada en lo que piensa una persona, o un
grupo de personas. O sea, todos te ofrecen contenidos, información,
audios, videos, pero la manera en que llega a los usuarios es
completamente diferente.
¿Es posible imaginar qué algoritmo va reemplazar completamente a los editores?
Es
una pregunta difícil –contesta Mitchelstein–. Tiendo a pensar que quien
elabora el algoritmo es también en parte un editor. Es una decisión que
en algún punto es un editorial. Y además, también me pregunto si como
público no valoramos que sean personas las que toman las decisiones que
nos informan.
Personalización. Bozckowski explica que el algoritmo puede funcionar
como una forma de hacer que los contenidos funcionen de manera acorde
con cada una de las búsquedas que asumimos: “Aunque vos y yo nos
llamemos Pablo –explica– y hayamos nacido casi el mismo año, es muy
posible que hoy por hoy Google nos ofrezca opciones diferentes si
ponemos la misma palabra. Y eso se debe a nuestras búsquedas anteriores,
a nuestros intereses”. Julieta Sharma, en el encuentro del MESO, lo
formuló en términos que no hubiesen disgustado al escritor Philip Dick:
“El algoritmo es un ser vivo”, dijo, para explicar esta evolución que
permite imaginar, a los más optimistas, un futuro de medios más cercanos
a sus audiencias, de medios más personalizados.
Macri, Facebook; Trump, Twitter. Boczkowski va más allá y se pregunta si “cabría pensar que no sólo Facebook y Google no son medios en sí, sino que personajes públicos, políticos, no lograron también convertirse ellos mismos en medios. El manejo que hizo Macri de Facebook es casi un ejemplo, un caso testigo. Lo utilizó para encontrar una comunidad propia. Y el manejo de la campaña en Twitter, lo que consigue a partir de lo que va posteando ahí, hace que no necesite tanto de otras herramientas para llegar a su público. Nuevamente, estamos ante una nueva realidad, que obliga a reflexiones diferentes.
Sin embargo, aún vamos a buscar la información, seguimos como lectores valorando la opinión de otros.
MITCHELSTEIN: Tengo 37 años y me eduqué leyendo el diario. Así, estoy
muy acostumbrada a que me presenten la información, a ver un noticiero. O
sea, que un grupo de personas me presenten la información de una manera
que siga un cierto orden. Lo mismo sucede cuando uno lee una revista.
Es un momento de disfrute: un contenido que fue curado, elegido y
seleccionado por otro para mí.
En un principio se habló de las redes como un espacio de extrema
libertad, de anarquía casi, en el que la información circularía
libremente, ¿es así en la realidad?.
BOCZKOWSKI: Lo que vemos es casi lo contrario. Aquello de que el futuro
es de los proveedores de los contenidos, no se dio. El futuro, el
presente, es de quién te hace llegar los contenidos. Y hacia allí
también va la publicidad.
M: Esa idea inicial es muy tentadora. Queremos que sea verdad, pero
choca con la realidad de que en las redes hay un grupo de personas que
tienen muchos más seguidores, muchas más vistas y que viralizan más que
cualquiera de nosotros. Lo que dice Trump se viraliza mucho más que lo
que dice Gary Johnson, el candidato del tercer partido. Lo mismo pasa
con Macri.
Pauta e impuestos
La decisión de redirigir una parte importante de la pauta oficial a
plataformas como Google o Facebook no es otra cosa que “la continuidad
de lo que estuvieron haciendo hasta ahora”.
“Para el gobierno anterior no existían –explica Mitchelstein–. Creo que
hay un montón de gente que paga impuestos y vota que está básicamente en
las redes. Entonces es lógico que parte de la comunicación de los actos
de gobierno, no hablemos de lo proselitista, sino de la rendición de
cuentas, tiene sentido que la busquen donde la gente esté. Eso es desde
la perspectiva más normativa. Desde la cuestión más pragmática, que
también es parte del gobernar, es ése el público que construyeron
durante la campaña”. La Asociación de Periodismo Digital pidió que se
omita a las plataformas, porque no son medios de comunicación y tienen
una regulación diferente.
Autor: Pablo Helman