13 oct 2018

Intolerancia en tiempos democráticos

"Están hechos sólo de 'antis'. Es una revuelta de odio que está manejada por una masa heterogénea de personas que están juntas con un único objetivo común: la voluntad de destruir" (Fritz Michael Gerlich).
Quien pudiera creer que esa estrofa de 1932 escrita como denuncia ante el pleno ascenso del nazismo, dibuja a cabalidad el momento de intolerancia que se vive en tiempos democráticos, irónico que en democracia exista esa cosa rara (intolerancia), pero todo hace pensar que si, y lo más paradójico es que quienes se autodefinen defensores de la democracia sean los portadores de esa cosa rara (intolerancia), y lo más incomprensible es que están conscientes de ser portadores.

¡Conscientes!, si y por definición según el gran wikipedia "la intolerancia se define como la falta de habilidad y voluntad de tolerar algo (...), a pesar de las razones que se puedan esgrimir contra ella (...) y tiene por consecuencia la discriminación dirigida hacia grupos o personas por el hecho de que éstos piensen, actúen o simplemente sean de manera diferente. El intolerante considera que ser diferentes equivale a no ser iguales en cuanto a derechos".

Y el considerar que el otro (el no portador de la intolerancia) no tiene derechos, vulnera cualquier principio democrático y derechos y libertades en las que se encuentran la expresión y la libre manifestación de las ideas, porque constituyen un fundamento sustancial de nuestro azaroso y difícil tránsito hacia una democracia integral para todos.

Pero esos derechos y esas libertades no pueden existir cuando son asediadas por uno de los más peligrosos enemigos de toda democracia: la intolerancia.

Por qué traigo todo ese tumulto de expresiones, ideas o reflexiones; simple, ante un hecho ocurrido anoche en Cochabamba con un periodista (Jimmy Iturri), donde un hombre de negro, según relató Iturri: "en medio de la cena se presentó un individuo al que no conozco, un hombre ya mayor, y comenzó a hablar cosas que no corresponden No quise contestar porque a mí me educaron muy bien mis papás y no respondo a personas mayores" contó al periódico El Deber.

 Lo más lamentable es la hipocresía cuando Arturo Murillo, senador de oposición, fue una de las personas que compartió la grabación y aseguro que "estamos llegando a los límites de la intolerancia gracias a la impotencia que siente la gente al ver periodistas ''vendidos'(...)", según su publicación en su cuenta de Twitter (https://twitter.com/ArturoMurilloS/status/1051147844852289536) .

Este no es el único caso lo mismo ocurrió con el defensor del pueblo cuando estaba cenando con su familia (https://twitter.com/diarioeldeber/status/1007259976539234304).


Sé que muchos diferirán y empezarán con los adjetivos calificativos, pero algo es seguro, los portadores (de la intolerancia), nunca reconocerán sus faltas, al igual que lo hace una persona consumida por algún vicio.




Autor: Harold G. Cruz Gonzales


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