"Están hechos sólo de 'antis'. Es una revuelta de odio que está manejada por una masa heterogénea de personas que están juntas con un único objetivo común: la voluntad de destruir" (Fritz Michael Gerlich).
Quien pudiera creer que esa estrofa de 1932 escrita como
denuncia ante el pleno ascenso del nazismo, dibuja a cabalidad el momento de
intolerancia que se vive en tiempos democráticos, irónico que en democracia
exista esa cosa rara (intolerancia), pero todo hace pensar que si, y lo más paradójico
es que quienes se autodefinen defensores de la democracia sean los portadores
de esa cosa rara (intolerancia), y lo más incomprensible es que están
conscientes de ser portadores.
¡Conscientes!, si y por definición según el gran wikipedia
"la intolerancia se define como la falta de habilidad y voluntad de
tolerar algo (...), a pesar de las razones que se puedan esgrimir contra ella
(...) y tiene por consecuencia la discriminación dirigida hacia grupos o
personas por el hecho de que éstos piensen, actúen o simplemente sean de manera
diferente. El intolerante considera que ser diferentes equivale a no ser
iguales en cuanto a derechos".
Y el considerar que el otro (el no portador de la
intolerancia) no tiene derechos, vulnera cualquier principio democrático y
derechos y libertades en las que se encuentran la expresión y la libre
manifestación de las ideas, porque constituyen un fundamento sustancial de
nuestro azaroso y difícil tránsito hacia una democracia integral para todos.
Pero esos derechos y esas libertades no pueden existir cuando
son asediadas por uno de los más peligrosos enemigos de toda democracia: la
intolerancia.
Por qué traigo todo ese tumulto de expresiones, ideas o
reflexiones; simple, ante un hecho ocurrido anoche en Cochabamba con un
periodista (Jimmy Iturri), donde un hombre de negro, según relató Iturri:
"en medio de la cena se presentó un individuo al que no conozco, un hombre
ya mayor, y comenzó a hablar cosas que no corresponden No quise contestar
porque a mí me educaron muy bien mis papás y no respondo a personas mayores"
contó al periódico El Deber.
Lo más lamentable es la hipocresía cuando Arturo Murillo,
senador de oposición, fue una de las personas que compartió la grabación y
aseguro que "estamos llegando a los límites de la intolerancia gracias a
la impotencia que siente la gente al ver periodistas ''vendidos'(...)",
según su publicación en su cuenta de Twitter (https://twitter.com/ArturoMurilloS/status/1051147844852289536)
.
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Este no es el único caso lo mismo ocurrió con el defensor del pueblo cuando estaba cenando con su familia (https://twitter.com/diarioeldeber/status/1007259976539234304).
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Este no es el único caso lo mismo ocurrió con el defensor del pueblo cuando estaba cenando con su familia (https://twitter.com/diarioeldeber/status/1007259976539234304).
Sé que muchos diferirán y empezarán con los adjetivos
calificativos, pero algo es seguro, los portadores (de la intolerancia), nunca
reconocerán sus faltas, al igual que lo hace una persona consumida por algún
vicio.
Autor: Harold G. Cruz Gonzales
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